lunes, 15 de noviembre de 2010

Vargas Llosa


Ser amigo de Mario Vargas Llosa tiene el
inconveniente de que a uno le da por escribir
sobre él, especialmente en estos días,
cuando acaba de ser galardonado con el
Premio Nobel de Literatura. Se trata, pues,
de admiración, de respeto y de afecto, por
una persona que, más que un escritor, es un
continente. Y es que, a medida que pasa el
tiempo uno comprende que es un hombre
extremadamente generoso. Puedo afirmar
asimismo que a quienes hemos estado
en su entorno y recibido sus enseñanzas,
aquellos que nos hemos acercado a él, nos
ha cambiado. Desde entonces, ninguno de
nosotros ha sido el mismo.
Pero dejemos que hable el galardonado. A
propósito de si las novelas nos ayudan a vivir,
me ha dicho:
-Creo que la literatura, el arte, en cierta forma
nos hacen menos felices, porque nos hacen
más consciente de las imperfecciones del
mundo real. Una gran novela nos muestra
que somos más pobres de lo que soñamos,
porque ella es mucho más perfecta, más
coherente, más rica y sutil que el mundo real
vivido desde la perspectiva del pobre lector.
Siempre estará por debajo de la vida vivida,
de la vida soñada o fantaseada. Pero al
mismo tiempo, ese mundo fantaseado es una
defensa extraordinaria que tenemos contra
la infelicidad y por ello extiende nuestro
horizonte vital.
¿Y qué sucede del otro lado del libro, del lado
del escritor, quien traduce en palabras sus
sueños? Su respuesta:
-Creo que si tú vivieras satisfecho con el
mundo, no escribirías novelas y probablemente
no leerías novelas. El lector y el escritor
comparten una misma actitud. Se escriben
novelas o se leen novelas, porque de alguna
manera hay un vacío que estás tratando de
llenar de ese modo.
Para terminar, vale la pena saber si es un
hombre optimista o pesimista a propósito del
siglo XXI. Estas son sus palabras:
-Pues mira, yo creo en esa famosa frase
de Camus, que decía que uno puede ser
pesimista en el orden metafísico, en el que el
hombre no puede hacer nada, es lo que es,
pero no puede serlo nunca en el dominio de
la historia, donde todo depende de nosotros,
donde nuestras acciones, nuestras elecciones,
nuestras decisiones, pueden infligir cambios
radicales a la historia, pues nos dan siempre
la posibilidad de hacer algo. Por lo tanto,
declararse pesimista es de alguna manera
declararse derrotado antes de tiempo, antes
de haber dado la batalla y saber si esa batalla
se puede ganar o perder. Yo creo que hay que
aceptar que existe la posibilidad del progreso,
que desde luego ese progreso depende de
nosotros, y, eso, por lo menos, debe justificar
la acción, la iniciativa, el intento de empujar el
mundo en la buena dirección.
El Premio Nobel de Literatura 2010 seguirá,
lo sabemos, batallando en forma infatigable
en favor de ese mundo alternativo de sueños
que nos anima, y por la libertad.
Para cada tema tiene un pensamiento nuevo
y nueva imaginación para acercarse a él.
Ésta es una de sus virtudes capitales. Otra,
el coraje que le adorna, como norma personal
de vida. Como su nobleza apasionada, que
brilla como una estrella.
Congratulaciones, Mario.

Autor: Ruben Loza Aguerrebere
FUENTE :  EDICION IMPRESA , PAG 13-NOVIEMBRE 2010.

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