lunes, 15 de noviembre de 2010

Brasil tiene Presidenta


Educación y política monetaria, principales
retos del nuevo Gobierno
Pese a los avances económicos y sociales de
estos años, el 50% de la población trabaja en
‘negro’
El 33% de los brasileños que ha votado
este domingo en la segunda ronda de las
presidenciales no completó siquiera su
educación elemental. Casi el 50% forma
parte de la economía sumergida y ni ellos
ni la empresa a la que pertenecen pagan
impuestos. Son dos ejemplos de la formidable
tarea a la que tendrá que hacer frente Dilma
Rousseff, la nueva presidenta de Brasil,
uno de los mayores mercados emergentes
del mundo y uno de los que, pese a esos
datos, ha sufrido una mayor y más positiva
transformación en los últimos años.
El presidente que ahora se retira de la primera
línea política, Lula da Silva, ha logrado sacar a
casi 23 millones de personas de la pobreza más
absoluta, ha asegurado un crecimiento sostenido,
creando al mismo tiempo confianza en los
mercados y en el escenario político internacional,
y ha conseguido que el 90% de los niños estén
escolarizados. Son avances importantes, pero
que no ocultan las enormes carencias que
todavía existen. En educación, por ejemplo, el
problema sigue siendo descomunal, porque ese
90% de población escolarizada hace frente a
una enseñanza elemental deficiente y porque la
enseñanza secundaria, ni es obligatoria ni tiene
calidad como para asegurar el futuro de un país en
el que más del 30% de los habitantes tiene menos
de 14 años.
Marina Silva, la candidata ecologista que fue
la sorpresa de la primera vuelta presidencial,
prometía en su programa electoral destinar el
7% del PIB a la educación. Dilma Rousseff, la
candidata del PT y la heredera de Lula, mantiene
que la educación será su prioridad y es posible
que confíe ese ministerio a una de las principales
personalidades de su partido, Antonio Palocci,
artífice de la política económica de estos años.
“Mi Gobierno”, ha prometido Rousseff, “creará
escuelas técnicas con dinero federal”. De hecho,
uno de los retos más importantes de Brasil, según
los expertos, es cómo destinar eficientemente a
la mejora de la educación parte de los ingresos
que van a proporcionar los nuevos yacimientos de
petróleo. Rousseff quiere “sacar” ese dinero del
circuito del gasto y colocarlo en un fondo especial,
destinado a proyectos preeminentes, como la
educación. La preparación y los sueldos de los
maestros, actualmente míseros, aseguró, serán
verdaderas prioridades.
Una lectura atenta de las cartas “al nuevo
presidente” que publicaba el domingo el
diario O Globo deja claramente de manifiesto
que educación y sanidad son las principales
preocupaciones de los ciudadanos. Los brasileños
son, seguramente, el pueblo más optimista y más
confiado en su futuro en el sentido de que cree
que se seguirá avanzando y mejorando, pero eso
no hace que ignore o no critique sus carencias
actuales. Las enormes colas en los dispensarios,
los años de espera para operarse de determinadas
enfermedades, son una pesadilla cotidiana para
millones de brasileños. Desde el punto de vista
político, la reforma fiscal (el tope máximo que
pagan los más ricos es el 27%) y el control de una
burocracia enorme y llena de privilegios son tareas
también de primer orden. Pero quizás lo más
urgente para el nuevo Gobierno sea asegurar su
política monetaria y lograr frenar la revalorización
continua del real frente al dólar.
Tras proclamarse ganadora en la segunda vuelta,
Dilma Rousseff se va a encontrar con una curiosa
y beneficiosa paradoja. Por primera vez (ni Lula
lo consiguió) su Gobiernotendrá la mayoría en las
dos cámaras, gracias a las alianzas del PT con
otros 11 grupos, incluido el tradicional Partido del
Movimiento para la Democracia Brasileña (PMDB).
Pero, al mismo tiempo, la nueva presidenta se
encontrará con una oposición mucho más fuerte
y organizada que la que enfrentó Lula. El Partido
de la Social Democracia Brasileña (PSDB), de
donde salieron Fernando Henrique Cardoso y su
contrincante en las eleccionesJosé Serra, tiene
ahora nuevos y ambiciosos dirigentes y fuerza
suficiente en los tres Estados más importantes
del país: São Paulo, Minas Gerais y Paraná. Todo
junto hace que el poder del PSDB suponga casi
el 50% del PIB y la mitad de la población. Dilma
Rousseff, acostumbrada a negociar en términos
económicos, tendrá ahora que aprender a hablar
con una oposición política revitalizada. “Seré la
presidenta de todos los brasileños”, prometió a la
salida de las urnas.

AUTOR  :  J. ARIAS / S. GALLEGO-DÍAZ - Brasilia
FUENTE : EDICION IMPRESA , PAG 06- NOVIEMBRE 2010.

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