viernes, 26 de noviembre de 2010

Ten$iones cambiaria$


Después de iniciar una temprana recuperación,
el crecimiento mundial ha perdido fuerza
en los últimos meses, arrastrado por la
desaceleración de EE.UU., Japón y la Zona
Euro, a excepción de Alemania. En contraste,
los países emergentes, liderados por China,
India y Brasil, siguen creciendo con fuerza y
están sosteniendo el crecimiento mundial.
En EE.UU., la FED se apresta a introducir
nuevas dosis de relajo cuantitativo, para
evitar que la desaceleración incremente aún
más la tasa de desempleo y que se genere
un costoso proceso deflacionario. Con
esta política, la FED pretende aumentar las
expectativas de inflación, reduciendo así las
tasas de interés reales de largo plazo para
incentivar la expansión del gasto interno.
En economías con tipos de cambio flexibles,
como la de EE.UU., un efecto directo de este
tipo de políticas es una depreciación del
dólar contra las monedas de los países con
igual sistema cambiario, a través de los flujos
de capitales hacia estas economías. Esta
depreciación del dólar implica un aumento
del tipo de cambio real de los EE.UU. si se
mantiene la inflación controlada, incentivando
las exportaciones netas y facilitando la
reducción del déficit de cuenta corriente.
Pero esta política monetaria, dada la
importancia de EE.UU. en la economía
mundial y en los mercados de capitales,
crea repercusiones no menores. Entre las
monedas que experimentarían importantes
apreciaciones con respecto al dólar están el
euro, el yen, el dólar australiano y una serie
de monedas de países emergentes.
Entre los países emergentes, la apreciación de
las monedas es más pronunciada en aquellas
economías que son más “atractivas a los
flujos de capitales”. Estos son los países con
fundamentos sólidos, que crecen con fuerza y
que experimentan aumentos en sus términos
de intercambio. Los flujos de capitales
plantean a las autoridades de estos países un
problema diametralmente opuesto al de los
países avanzados: necesitan administrar la
bonanza manteniendo la inflación controlada,
evitando la formación de burbujas en precios
de activos, preparándose para una eventual
reversión en los ingresos de capitales cuando
EE.UU. inicie su proceso de normalización
monetaria, y evitando la apreciación excesiva
del tipo de cambio real.
En el caso de China, la economía crece con
fuerza y la inflación está en alza, y dada su
política cambiaria de paridad casi fija al dólar,
también está sujeta a la política monetaria
de EE.UU. Pero a pesar de mantener tasas
de interés bajas, China recibe importantes
flujos de capitales, una parte a través de
sus superávits en cuenta corriente que los
absorbe acumulando cuantiosas reservas.
En su afán de evitar la apreciación del yuan,
China fuerza a los países con tipo de cambio
flexible a sufrir una parte desproporcionada
del peso del ajuste. Esto tiene además otros
efectos, ya que al mismo tiempo el yuan
se deprecia respecto de las monedas de
otros países que compiten en los mercados
internacionales con los productos chinos. ¿El
resultado? Tensiones comerciales con países
de Asia emergente y otros, que se suman a
las ya existentes con EE.UU.
Pero China, con su política monetaria y
cambiaria, también se crea problemas a sí
misma, provocando un sobrecalentamiento
que se manifiesta en una aceleración de la
inflación y fuertes aumentos en los precios de
las propiedades.
Afortunadamente, las opciones disponibles
de manejo macroeconómico y financiero son
variadas. En países donde los excesos de
capacidad ya han desaparecido (Australia,
Canadá, China, India, Argentina, Brasil, Perú y
Uruguay) o están pronto a desaparecer (Chile,
Nueva Zelandia y Colombia), lo apropiado es
usar una combinación de políticas fiscales
y monetarias más restrictivas, poniendo
más énfasis en la política fiscal, evitando
exacerbar la apreciación de sus monedas. Lo
anterior debiera reforzarse con una mejora en
la regulación y supervisión de sus sistemas
financieros. En países con problemas de
inflación y con el riesgo de formación de
burbujas (China y, en menor medida, India)
van a tener que continuar con las alzas de
tasas de interés y al mismo tiempo permitir
una mayor apreciación de sus monedas. Al
mismo tiempo, van a tener que complementar
las políticas macro con regulación macroprudencial
para evitar la formación de
burbujas en precios de activos. En países
que están menos integrados a los mercados
internacionales de capitales, existe también
la opción de usar controles de capitales.
Por su parte, en los países más integrados
a los mercados de capitales mundiales hay
que estar conscientes de que los costos de
eventuales controles de capitales pueden
superar los eventuales beneficios y que
la apreciación nominal respecto al dólar
es parte de un reacomodo global de las
paridades cambiarias, con respecto a lo
cual poco se puede hacer. Lo que hay que
evitar son pronunciadas apreciaciones del
tipo de cambio real, por sus efectos en la
competitividad de los sectores transables. A
su vez, este es el momento para acelerar la
introducción de reformas que permitan reducir
los costos de hacer negocios, aumentando la
productividad de la economía como un todo y,
especialmente, de los sectores más afectados
por la depreciación mundial del dólar.
Finalmente, en este tipo de países,
entre los cuales se encuentra Chile, es
fundamental mantener las expectativas de
inflación ancladas y la flexibilidad cambiaria,
complementando esto con acumulación de
reservas internacionales en algunos casos,
para así estar preparados ante una eventual
reversión en los flujos de capitales.

FUENTE  : Edicion Impresa pag 13- Nov 26-2010

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