viernes, 26 de noviembre de 2010

Haití: una nación y un destino a cambiar


En este polémico ensayo, el historiador de la
Universidad Autónoma de la Ciudad de México
y ex diplomático haitiano Guy Pierre nos
habla del drama de su país y de las necesidades
acuciantes de un pacto político popular
para construir un futuro diferente y soberano.
El terremoto de enero de 2010 ha despertado
el interés en esta nación isleña que lucha por
recuperarse. Desde el siglo XVI, Haití ha sido
cruce de culturas, primero entre españoles y
pueblos indígenas, y luego como colonia francesa
con una de las poblaciones de origen africana
más importantes de América. Haití fue
la primera nación latinoamericana en alcanzar
su independencia en 1804, merced a la lucha
de los antiguos esclavos que bautizaron su
nación con un nombre prehispánico
Haití, Capital: Puerto Príncipe.
Gobierno: República.
Población: 8,924,553 (est. 2008)

Haití representa territorialmente
casi una tercera parte de una de las
mayores islas del Caribe, a la cual los
españoles impusieron el nombre de
Española o Hispaniola a fines del siglo
XV, aunque -según algunas fuenteslos
primeros habitantes o indígenas la
identificaban con el nombre Haytí, o según
otras, Quisqueya. La cuestión del nombre
que llevaba cada territorio de la región
está sujeta a ciertas especulaciones
y discrepancias, en especial por la
temprana desaparición de la población
indígena local. Conviene recordar que la
delimitación territorial de la Isla Española
se constituyó jurídicamente en 1697 con
el Tratado de Ryswick, por el cual la
parte occidental pasó a ser propiedad de
Francia, que le puso el nombre de Saint
Domingue, el mismo que fue cambiado
el primero de enero de 1804 por el de
Haití tras unas cruentas guerras que se
radicalizaron durante la coyuntura de
1802-1803, en contra de las tropas que
Napoleón había enviado a la colonia
con el objetivo de terminar con el poder
de Toussaint Louverture y restablecer
el sistema de esclavitud. Pero la lucha
del pueblo haitiano impidió el regreso al
pasado y logró que su nación fuera la
primera independiente de América Latina:
su significado histórico se desprende del
Acta de Independencia de 1804 y de
los primeros artículos de la Constitución
haitiana de 1805.
Con su independencia y el rechazo del
nombre de Saint Domingue y la adopción
del nombre de Haití, el mundo entero
quedó sorprendido: vio nacer por primera
vez una nación forjada y gobernada
por antiguos esclavos. Eso constituyó
efectivamente un hecho histórico
totalmente extraño dado que el sistema
capitalista triunfante necesitaba aún la
fuerza de trabajo de los negros -bien
como esclavos tout court o bien como
trabajadores colonizados- para sustentar
su dinámica en diversos territorios
americanos como el sur de los Estados
Unidos, Cuba y Brasil hasta bien entrado
el siglo XIX.
La joven nación de Haití, sin embargo,
se encontró al inicio de su vida soberana
en una situación que le iba a impedir
registrar un cierto proceso de crecimiento
sostenido en el siglo XIX, como
otras naciones latinoamericanas que
obtuvieron su independencia durante el
periodo de 1810-1826. En Haití, el retraso
económico fue prolongado, aunque
se experimentaron algunas breves
coyunturas de desarrollo a fines del siglo
XIX y entre el fin de la Primera Guerra
Mundial y la Guerra de Corea.
Un nacimiento en un contexto favorable
Recordemos que Haití nació en una
coyuntura política internacional que
era favorable para el desarrollo del
capitalismo en varias economías en
Europa y en el joven país de los Estados
Unidos de América, pero mucho menos
para otras regiones del mundo. Es cierto
que algunos de los espacios económicos
de plantación ubicados en el Caribe
pudieron aprovechar la coyuntura, aunque,
como demuestra el caso de Cuba, sólo si
se mantenía el sistema de esclavitud o de
trabajo servil. Haití no recurrió a esta opción
porque, al adoptar el Acta de Independencia,
se abolió para siempre la esclavitud y se
garantizó asimismo la libertad de todos
los ciudadanos. Dessalinnes y todos los
generales-fundadores y el pueblo se habían
comprometido a la libertad. La nación haitiana
tuvo así que escoger una senda propia que
carecía de racionalidad económica en un
mundo de fuerte competencia internacional.
Los distintos gobiernos militares y civiles
no lograron encontrar un mejor rumbo y, en
realidad, muchos de ellos ni siquiera intentaron
pensar en algún modelo alternativo; se
complacieron por el contrario por su alto grado
de oscurantismo y de cinismo en ejercer actos
de satrapía. Tampoco pudieron estimular con
base en un razonable grado de productividad
su crecimiento y tampoco a consolidar los
elementos necesarios para aprovechar
-como los hizo la República Dominicana- la
belle opportunité que el sistema de plantación
ofreció en el Caribe entre 1900 y 1950.
La primera razón del atraso se relacionaba con
las contradicciones internas y las rivalidades
intercolonialistas que surgieron de la ruptura
con el modelo de crecimiento colonial -el
sistema de plantación- que había sido la
base de la economía de Saint Domingue. A
su vez, surgieron fuertes conflictos internos
que provocaron su escisión en mini-estados
enemigos durante los tramos temporales de
1806-1820 y 1867-1869, y dos modelos de
producción: el del pequeño cultivador libre y
el de la gran propiedad agraria de tipo feudal.
Estos modelos económicos ayudaron a
alimentar una fuerte ideología anticolonialista,
lo que era necesario para que el Estado
haitiano pudiera defender y garantizar su
independencia frente a la antigua metrópoli y
otras potencias colonialistas.
Posteriormente, la nación sufrió la intervención
violenta de los marines en 1915, cuando
el Gobierno de los Estados Unidos alentó
una expansión de su esfera de influencia
en el Caribe y Centroamérica. Los nuevos
colonialistas remodelaron el Estado central
en conformidad con los intereses de la First
National City Bank of New York y empujaron la
economía local a financiarse por medio de un
empréstito (1922) que asentó su dependencia
de los banqueros norteamericanos.
Lucha contra el ocupante
A pesar de todo, la nación resistió
en tanto una nueva generación
de patriotas, impregnados de
sentimientos nacionalistas,
encabezaron las luchas populares
contra el ocupante desde 1915 con
el objetivo asimismo de reorientar
el destino del país. Pero también
es cierto que la misma ocupación
militar estadounidense generó
nuevas condiciones (signadas por
fuertes contradicciones) que el
país hubiera podido aprovechar
para modernizarse. Durante este
período se despertó un cierto
espíritu empresarial de nuevo
cuño, y una apertura hacia la
inversión externa. Por ejemplo,
se abolió un artículo que todas
las constituciones del siglo XIX venían
reproduciendo y que si bien este instrumento
legal era necesario entre 1804 y 1859 para
defender la independencia impidiendo a los
extranjeros tener “bienes raíces” (art. 7) o
invertir en el país, se había transformado a
partir de los años 1860-1870 en un obstáculo
al crecimiento, aunque pocos gobiernos lo
respetaban. Pero no se aprovecharon las
nuevas oportunidades durante el periodo bajo
consideración (1915-1934) y se produjo un
crecimiento económico mucho más lento en el
país que en la vecina República Dominicana.
(Continuará en la sgte. edición)
FUENTE  : Edicion Impresa pag 14 - Nov 26-2010

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