domingo, 14 de noviembre de 2010

Nuestra Comunidad Todos somos uno


El santo mulato nació en Lima en 1579
de padre español y madre panameña.
Fue Santo Toribio Mogrovejo, segundo
arzobispo de Lima y actual patrono del
Episcopado Latinoamericano, quien hizo
descender el Espíritu sobre su moreno
corazón.
Martín aprendió el oficio de barbero y
también algo de medicina. El muchacho
era inteligente. A los quince años la gracia
recibida y el ardor por vivir más cerca de
Dios en servicio completo a sus hermanos
humanos lo impulsó a pedir ser admitido
como donado en el convento de los
dominicos que había en Lima.
Pronto la virtud del moreno dejó de ser un secreto.
Su servicio como enfermero se extendía desde
sus hermanos dominicos hasta las personas
más abandonadas que podía encontrar en la
calle. Su humildad fue probada en el dolor de
la injuria, incluso de parte de algunos religiosos
dominicos. Incomprensión y envidias. En 1603 le
fue concedida la profesión religiosa y pronunció
los votos de pobreza, obediencia y castidad.
Hombre de gran caridad, unía a su incesante
oración las penitencias más duras.
La virtud del santo, su intensa vida espiritual,
sostenían su entrega, pero sin duda alguna,
aquello que más recuerda el pueblo de Lima
son sus numerosos milagros. A veces se trataba
de curaciones instantáneas, en otras bastaba
tan sólo su presencia para que el enfermo
desahuciado iniciara un sorprendente y firme
proceso de recuperación. Muchos lo vieron
entrar y salir de recintos estando las puertas
cerradas. Otros lo vieron en dos lugares distintos
a un mismo tiempo. Todos, grandes señores y
hombres sencillos, no tardaban en recurrir al
socorro del santo mulato: “yo te curo, Dios te
sana” decía Martín.
Enfermero y hortelano herbolario, Fray Martín
cultivaba las plantas medicinales que aliviaban
a sus enfermos. Su amor humilde y generoso lo
abarcaba todo: su amabilidad con los animales
era fruto de su inmenso amor por el Creador de
todas las cosas. El pueblo de Lima venera hoy
su dulce y sencilla imagen, con su escoba en
la mano dando de comer, de un mismo plato, a
perro, ratón y gato.
Fray Martín de Porres, el mulato “santo de la
escoba” fue canonizado el 6 de mayo de 1962
por el Papa Juan XXIII.

FUENTE : Edicion Impresa , pag 16- Noviembre 2010.

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