sábado, 23 de octubre de 2010

Balance de contusos


Por Nelson Manrique
Aparentemente Susana Villarán es ya la nueva alcaldesa
de Lima y habrá mucho por analizar durante las
semanas siguientes. Para un analista los periodos de
aguda polarización social y política son privilegiados.
En ellos los reales intereses en juego salen a la luz,
despojados de sus vestiduras ideológicas, y los conflictos
sociales –habitualmente encubiertos por un
manto de racionalizaciones y justificaciones– muestran
su verdadera naturaleza.
Hasta aquí la derecha económica ha logrado gobernar
el Perú durante las últimas dos décadas a pesar
de perder una y otra vez las elecciones, pues los candidatos
ganadores fueron elegidos como adversarios
de la política neoliberal, para pasarse después de su
triunfo con armas y caballos al bando derrotado, que
no será popular pero tiene la plata. Esto ha sido posible
gracias a la exclusión de la izquierda, lograda a
través de sicosociales que han convertido el miedo
en un arma política muy efectiva. Esta es la clave
para entender el encarnizamiento de la campaña
desplegada contra Susana Villarán en la campaña
municipal.
Cuando los sectores sociales dominantes sienten
que sus privilegios están amenazados (no interesa
si la amenaza es real; basta con que ellos la sientan
como tal) los discursos justificadores se abandonan
y se abre el paso a la actuación descarnada de sus
verdaderos intereses. La democracia deja de ser una
buena palabra cuando estos son afectados.
En esta elección, además de todas las mentiras y calumnias
vertidas contra Villarán, se ha utilizado todo tipo de
armas vedadas, como la colocación de banderolas contra
Susana en la Vía Expresa por personal edil, la violación
–por los periódicos fujimontesinistas– de las disposiciones
legales que prohíben la propaganda electoral durante los
dos días anteriores a la elección, el reparto de dinero y la
distribución de volantes apócrifos en barrios populares llamando
a votar por Fuerza Social pero colocando los logotipos
correspondientes a otras agrupaciones para confundir
a los electores, como ha denunciado la propia agraviada,
y un largo etc. Por todo esto es especialmente meritorio el
triunfo de Susana.
La actuación de los medios fujimontesinistas es lo menos
interesante, pues se han limitado a demostrar que siempre
será posible caer aún más bajo. Ellos harán noticia el día
en que les dé un ataque de decencia. Pero con la prensa
“seria”, aquella que presume de democrática y liberal,
la situación es distinta. El Comercio, que se presentaba
como un medio respetuoso del derecho de sus lectores
de informarse imparcialmente, ya vio mellada su imagen
cuando despidió a Augusto Álvarez Rodrich, Fernando
Ampuero y Pablo O’Brien por denunciar el escándalo de
los petroaudios, afectando las privilegiadas relaciones inmobiliarias
con Palacio.
Pero en esta elección EC perdió completamente la compostura
a medida que Susana Villarán iba subiendo en las
encuestas, hasta llegar, en un paroxismo, a terminar fabricando
una realidad a su gusto. Primero decidió no publicar
las encuestas que tenía contratadas con Ipsos-Apoyo los
dos pasados domingos, cediéndole la primicia a América
TV, porque estas cifras no me gustan matatiru tirulá. Y
después construyó una realidad a su gusto en su edición
electrónica. El 18/9, cuando Ipsos-Apoyo (empresa con la
que trabaja EC) daba a Villarán una ventaja de 14 puntos,
una “encuesta” publicada en la página web de EC, en la
que supuestamente habrían participado 16,919 encuestados,
daba a Lourdes 14 puntos de ventaja. Y el viernes 25
–cuando las empresas de opinión serias registraban que
Susana ganaba por un margen de entre 8 y 15 puntos y
ni siquiera las encuestadoras apristonas se atrevían a ir
más allá de un “empate técnico”– una nueva “encuesta”
de la web de EC otorgaba a Lourdes una ventaja de 20%
sobre Susana.
Añádase el desastre electoral del Apra, que aparentemente
no va a ganar ningún gobierno regional, ha perdido
todo el “sólido norte” y en Lima –en el mejor de los casos–
podría ganar la alcaldía de Lurín, así como el revés sufrido
por los fujimoristas en gran parte de Lima y se tendrá un
nuevo mapa político al que los protagonistas tradicionales
tendrán que readecuar su juego. La elección presidencial
vendrá movida.

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