jueves, 3 de marzo de 2011

Los dueños del circo


“Dime quién te financia y te diré quién eres...”

Nunca hacen pública su adhesión. Se sientan a la mesa pero prefieren los debajo. No se les puede acusar de robar cámara. Todo lo contrario: cámaras no.
Algunos los llaman los dueños del circo, los que ponen la chancaca, los que se portan. Son los que aportan, los financistas. Los invisibles protagonistas de las campañas electorales. Los verdaderos pesos pesados.
Dicen que los políticos, especialmente los outsiders, suelen desembarazarse de los integrantes de su Plan de Gobierno a los dos meses de llegar a Palacio. Pasó conTsunami Fujimori y con Toledo, y en otros países ni se diga.
Mientras que los integrantes del Plan de Gobierno van perdiendo el poder a medida que se va desgastando el Gobierno, los financistas van de menos a más una vez ganadas las elecciones. Fervor con favor se paga.
“La filantropía no es una característica resaltante en los empresarios latinoamericanos. Las contribuciones monetarias, en dinero y en especies, que incluyen también pagar y poner expertos en mercadeo y medios de comunicación, tienen un solo objetivo: garantizar sus propios intereses. Esto no significa necesariamente
que compran al candidato, aunque hay circunstancias en que también ocurre eso, sino que va a haber de todas formas un sentimiento de acreencia y deuda si triunfa”, señala el periodista Gustavo Gorriti.
Papel re-mojado
En el Perú, la historia de la fiscalización de los fondos de campañas electorales es relativamente reciente. Los partidos políticos tienen ahora la obligación de adecuarse a los nuevos reglamentos que les exigen informar de manera precisa sobre sus gastos y cómo
los cubren.
Pero en este país las leyes resultan en muchos casos el mejor formato para su evasión práctica. El listado de nombres con una cantidad de dinero al costado y en la otra hoja una perfecta cuadratura de números no es ningún sinónimo de transparencia. Papelito calla, papelito aguanta.
En décadas anteriores la ley exigía a los partidos políticos solo que presentaran un estimado económico. Con la nueva ley, aprobada en el 2003, se demanda que presenten gastos y proyecciones y que detallen sus aportes y aportantes, a la vez que se imponen límites y restricciones. Sin embargo, esta ley tiene más recovecos que el juego del cuy de las tómbolas, tal como lo advierte Carlos Reyna, ex gerente de supervisión de fondos partidarios de la ONPE:
“La Ley de Partidos es muy permisiva y muy porosa. De hecho, solo establece sanciones para muy pocas figuras. Hay una gran cantidad de violaciones que no se pueden sancionar porque la ley no las contempla. La ley establece que la única entidad autorizada para fiscalizar estos informes es la ONPE, pero no la ha dotado de la facultad de sancionar todas las violaciones que se generen”.
Una serie de infracciones se podrían sancionar si hubiera voluntad para hacerlo. Por ejemplo, no puede propalarse más de 5 minutos al día de publicidad televisiva; Keiko, Castañeda, PPK y Toledo sobrepasan por goleada esta cifra. La ley lo prohíbe, pero no establece ninguna sanción. En ese caso la ONPE no puede hacer nada.
Las polladas y rifas pertenecen a un rubro de actividades proselitistas que tienen un límite (10 mil soles), largamente superado por Fuerza 2011. Según sus voceros, han recaudado gracias a esta modalidad alrededor de 2 millones de soles.
La cifra que una potencial candidata a la vicepresidencia en la lista de Castañeda dijo en un audio que pensaba donar a la campaña si era incluida en la plancha presidencial (500 mil soles),
sobrepasa también el tope de donación individual al año que establece la ley (200 mil soles). Resulta difícil creer que, luego de la difusión del audio, sus correligionarios le hayan dicho “no, gracias”. Pero siempre existen soluciones. Una cantidad se puede dividir en diferentes rubros. Por ejemplo, una casa de playa da para justificar harto. Digo.
La ley que comentamos estableció hace tiempo que el Estado debía entregar a los partidos políticos que hubiesen pasado la valla electoral, y de acuerdo con los votos obtenidos, una cantidad de dinero que los ayudara a sufragar ciertos gastos, tal como ocurre en otros países democráticos. Claro que la ley también señala que esto dependía de la solvencia del erario. Según todos los ministros de Economía tenemos las arcas llenas, pero parece que nunca alcanzará para invertirlas en asuntos menos populares pero igual de graves: la institucionalidad democrática. El asunto puede ser debatible no obstante un factor: el Estado está violando la ley.
Según Reyna, vivimos en un país donde, en materia de financiamiento, todos son transgresores. En buen cristiano: nos están tomando el pelo. “En la práctica, tanto los partidos como el Estado y los organismos encargados de fiscalizar castran la ley y la convierten en un adorno. Los partidos, porque hacen una serie de trampas (tiempo en TV, rifas, etcétera); el Estado, porque no cumple con el financiamiento público a los partidos, y los organismos electorales abdican de sus funciones de fiscalización. No exagero si digo que la Ley de Partidos es un papel mojado en tinta”.
Que te la pongo, que te la pongo
Así como una empresa, una persona o una embajada tienen el derecho de respaldar o achomarse en donde mejor les parezca, los ciudadanos también deben tener la posibilidad de enterarse de quiénes son los que bancan a los candidatos. Más aun si, una vez en el poder, los partidos patrocinados pueden devolver crecido y aumentado el dinero invertido.
El problema es que ese dinero es de todos nosotros. Y es que en el país parece regir la doctrina del prestadito nomás en las campañas electorales. En el reino de la antipolítica, ¿a santo de qué tanta inversión? O, mejor dicho, ¿a cuenta de qué?
En esta campaña electoral, las cifras exhibidas y previstas son ridículas. La mayor llega a tres millones soles. Aquí algunas frases exquisitas:
–“Hemos hecho un sorteo a nivel nacional que nos permitió recolectar dos millones de soles” (Keiko Fujimori).
–“Ahora estoy vendiendo mi casa en la playa para poder seguir caminando. Ésa ha sido la principal fuente de recursos” (PPK).
–“Yo le propongo, si usted me da la vicepresidencia, yo le doy medio millón de soles, y aparte yo hago mi campaña. Yo me encargo de hacerle campaña e invertir unos 100 mil soles en Piura y 100 mil en Cajamarca” (Rosa de Acuña).
–“Toledo gastará S/.4 millones durante la campaña electoral”.
–“Keiko Fujimori estima que gastará 3 millones 600 mil soles en campaña electoral”.
Algunas personas consultadas sobre el tema aseveran que lo que se gasta en una campaña es efectivamente entre 3 y 5 millones. Pero de dólares.
Si revisamos un poco nuestra historia, no tendríamos que esforzarnos mucho para encontrar motivos para ser suspicaces. Ni bien recuperada nuestra bisoña democracia en 1980, uno de los grandes financistas de la campaña que apuntaló al candidato aprista Armando Villanueva fue el narcotraficante Carlos Lamberg. El periodista Gustavo Gorriti investigó ese episodio:
“Para las elecciones de 1980, cuando Villanueva fue candidato del APRA, circularon rumores de que había un empresario peruano que había llegado de México con una fortuna de fábula y que estaba aportando muy fuerte. Según información que se manejó después, sirvió para pagar una cantidad importante en esa campaña, y, una vez terminada ésta, quedó una influencia cada vez más creciente de Lamberg sobre el APRA.

AUTOR  :  Gerardo Saravia

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