lunes, 21 de marzo de 2011

Feliz Día, cara Italia!



Celebremos la fundación de la unidad italiana

“Italia se ha despertado, estamos listos para
morir”. Eran otros tiempos.
Lo otro es ahora: un Gobierno nefasto, un
comité de negocios que destruye la cultura,
el pensamiento, la inteligencia, el humor,
la ironía y la poesía para que la crítica se
extinga, y triunfe la mediocridad y la estafa,
la propaganda y el camelo.
Si se ve desde fuera, es solo un accidente del
camino, un espanto que la historia sepultará
como un periodo podrido, marcado por la
avaricia y la falsedad de una clase dirigente
que no sabe lo que son los principios y sobre
todo no sabe entender que su final hace
tiempo que pasó por la puerta.
La pérdida de toda ética pública, y la
conversión del sistema democrático en un
sucio bazar donde todo se compra y se
consume sin freno, por el mero hecho de
sobrevivir y seguir adelante a toda costa, ha
marcado esta época de Italia.
Por eso ya no es Italia, sino Vaticalia: un
remedo, un pastiche, un remiendo. El país
maravilloso, que fue la vanguardia del mundo
hace 40 años, paradójicamente está de
nuevo, y todavía, por hacer. Parece haberlo
olvidado todo en el camino, haber sepultado
su memoria mejor. El exceso de bienestar,
y de dinero, produce también monstruos,
como la razón.
El Estado ha sido secuestrado por una
panda de bandoleros antiestatalistas que
lo desguazan para trincar mejor. Fuera la
escuela, fuera la justicia, fuera los periódicos,
abajo la Constitución.
La izquierda asiste impertérrita a la
demolición, secuestrada por una casta
privilegiada que solo aspira a trabajar lo
menos posible y a comer lo mejor posible sin
acordarse de los electores ni de los jóvenes
ni de los inmigrantes, ni de las mujeres.
Orejeras y pensión vitalicia.
Y lo mejor de la Iglesia, su base comprometida,
pensante y honesta, ha sido secuestrada
por los movimientos laicos, falsos profetas,
mercantes y mercachifles, mercadotécnicos
de las beatificaciones y las leyes provida,
que en ausencia de instituciones fuertes y
creíbles aprovechan para repartirse el botín.
El folklore parafascista de la Liga, la
putocracia de las velinas, la videocracia
que iguala el debate al entretenimiento y
las elecciones a un concurso de televoto
completan el panorama desolador.
Pero hoy es el día de festejar y agradecer.
Y es justo además reconocer a Italia todo
lo que nos ha enseñado, y todavía nos
enseña, su espléndido pasado, su talento,
su simpatía, su genialidad.
Italia está herida pero sigue muy viva. Ahí
están Saviano, Benigni, Napolitano, sus
científicos, sus economistas, sus mujeres
indignadas, los cientos de movimientos
solidarios y antimafia, los jóvenes siempre
dispuestos a salir a la calle, las movilizaciones
continuas y conmovedoras, los fiscales que
no se arrugan, los periodistas que cuentan la
verdad, los nuevos creadores de sátiras por
Internet, la red de cazadores de caimanes...
A muchos españoles nos gustaría tener
todo eso. Y nos gustaría decir a los italianos
sanos y buenos -los hay y son millones, y
están tocados pero no hundidos- que estamos con
ellos. Que nos duele Italia y mucho más Vaticalia.
Que les necesitamos de vuelta para que Europa
deje de ser una mesa de metacrilato ocupada por
incompetentes.
Y que todo el sarcasmo, la sátira, incluso la malicia
que a veces nos hace destilar su decadencia y
su letargo son solo una coraza. El escudo que
ayuda a aguantar el tirón, resistir el desprecio
de los cobardes, los jerifaltes, los mafiosos, los
dictadorcillos, los evasores, los chorizos, los
falsos cristianos, sus medios cómplices y los fintos
progresistas inflamados de pavor y retórica.
Ce la faremo? Chi lo sa? Lo importante es no
desviarse del camino... Y luego, sarà quel che
sarà...
Como decía Morente, “deseando una cosa /
parece un mundo, / luego que se consigue, tan
solo es humo”.
Y como decía Flaiano, “soñador es un hombre con
los pies fuertemente anclados en las nubes”.
Feliz cumpleaños, carissima Italia.

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