lunes, 21 de marzo de 2011

El Gran Vallejo


César Abraham Vallejo Mendoza nació en Santiago de Chuco, pueblo en una zona alta de la región de La Libertad, en el Perú. Sus padres fueron Francisco de Paula Vallejo Benítez y María de los Santos Mendoza Gurrionero. César fue el menor de once hermanos.
En 1913 regresa a Trujillo con el propósito de retomar sus estudios universitarios en Letras. A fin de costearse sus estudios, trabaja como maestro en el Centro Escolar de Varones Nº 241, y luego como profesor del primer año de primaria en el Colegio Nacional de San Juan, donde tuvo como pequeño alumno a Ciro Alegría, que más tarde se convertiría en un gran novelista. El 22 de septiembre de 1915 se gradúa de bachiller en Letras con su tesis El romanticismo en la poesía castellana.
En 1916 frecuenta con la juventud intelectual de la época agrupada en la “bohemia trujillana”, conocida luego como el Grupo Norte, donde figuran Antenor Orrego, Alcides Spelucín, José Eulogio Garrido, Juan Espejo Asturrizaga, Macedonio de la Torre y Víctor Raúl Haya de la Torre. Publica sus primeros poemas en los diarios y revistas locales (algunas de las cuales son recogidas por publicaciones de Lima) y se enamora de María Rosa Sandoval, joven atractiva e inteligente, que fue la musa inspiradora de algunos de sus poemas de Los heraldos negros.
En 1917 conoce a lo más selecto de la intelectualidad limeña. Se encuentra con Clemente Palma, que había sido un furibundo detractor de su obra poética (había calificado de mamarracho su poema “El poeta a su amada”), pero quien esta vez le da muestras de respeto. Llega a entrevistarse con José María Eguren y con Manuel González Prada, a quien los más jóvenes consideraban entonces un maestro y guía. También conoce a Abraham Valdelomar y a José Carlos Mariátegui, con quienes hace profunda amistad. Asimismo, publica algunos de sus poemas en la Revista Suramérica del periodista Carlos Pérez Cánepa.
En 1919 ve la luz su primer poemario Los heraldos negros, que muestran aún las huellas del modernismo en su estructura, aunque ya se vislumbran algunas características muy peculiares en el lenguaje poético. El poeta toca la angustia existencial, la culpa personal y el dolor, como, por ejemplo, en los conocidos versos “Hay golpes en la vida tan fuertes... ¡Yo no sé!” o “Yo nací un día / que Dios estuvo enfermo”. Circularon relativamente pocos ejemplares, pero el libro fue en general bien recibido por la crítica.

El 1º de agosto ocurre el incendio y saqueo de una
casa del pueblo, perteneciente a la familia Santa
María Calderón, se le acusa injustamente; se
esconde pero es descubierto, apresado y arrojado
en un calabozo de Trujillo donde permanecerá
durante 112 días (del 6 de noviembre de 1920 al
26 de febrero de 1921).
En octubre de 1922 sale a la luz su segundo
poemario: Trilce, prologado por su amigo Antenor
Orrego. Es recibido tibiamente por la crítica, que
no alcanzaba aún a comprender la literatura de
vanguardia, salvo por el propio Orrego, quien dijo
de Vallejo: “a partir de este sembrador se inicia
una nueva época de la libertad, de la autonomía
poética, de la vernácula articulación verbal”.
Trilce anticipó gran parte del vanguardismo que
se desarrollaría en los años 1920 y ‘30. En este
libro Vallejo lleva la lengua española a límites
insospechados: inventa palabras, fuerza la
sintaxis, emplea la escritura automática y otras
técnicas utilizadas por los movimientos “dadá”
y “surrealista”. Se adelantó a la renovación del
lenguaje literario que después ensayaría Vicente
Huidobro en su poemario Altazor (1931) y James
Joyce en su relato onírico Finnegans Wake
(1939).
En marzo de 1923, Vallejo tenía ya sus miras
puestas en el Viejo Mundo. Con el dinero que le
adeudaba el Ministerio de Educación, se embarca
rumbo a Europa, de donde no regresará más. Viaja
en el vapor Oroya el 17 de junio de 1923, con una
moneda de quinientos soles. Arriba a París el 13
de julio. Sus ingresos —siempre insuficientes—
provenían del periodismo, si bien fungió también
de traductor. Escribía para el diario El Norte de
Trujillo, y las revistas L’Amérique Latine de París,
España de Madrid y Alfar de La Coruña.
Sus dos primeros años en París fueron de mucha
estrechez económica, al punto que muchas
veces tuvo que dormir a la intemperie. Inicia su
amistad con el escritor español Juan Larrea y con
Vicente Huidobro; traba contacto con importantes
intelectuales como Pablo Neruda y Tristan Tzara.
En 1925 empieza a colaborar para la revista limeña
Mundial.
En 1926 con Juan Larrea funda la revista
Favorables París Poema, y con Pablo Abril de
Vivero el semanario La semana parisién. Ambas
publicaciones tuvieron vida efímera. Empieza
a enviar colaboraciones para la revista limeña
Variedades.
En 1927 conoce en París a Georgette Marie
Philippart Travers, una joven de 18 años que
vivía con su madre en un departamento situado al
frente del hotel donde se hospedaba. Profundiza
sus estudios sobre el marxismo. Aparece una
narración suya en Amauta, la revista que fundara
en Lima su amigo José Carlos Mariátegui y la
que también reproduce varias de sus crónicas
periodísticas.
En abril de 1928 nuevamente enferma de gravedad,
pero se recupera a los pocos meses. Todavía le
acompañaba Henriette. Empieza a interesarse
con más ahínco por las cuestiones políticosociales.
Ese mismo año realiza su primer viaje a
Rusia. Retorna a París y funda la célula parisina
del Partido Socialista que fundara a su vez su
amigo José Carlos Mariátegui en el Perú (después
denominado Partido Comunista Peruano).
En 1929 empieza a convivir con Georgette
(quien acababa de heredar el departamento
y bienes de su fallecida madre) y junto con ella
realiza un segundo viaje a Rusia. Se detiene
en Colonia, Varsovia, Praga, Viena, Budapest,
Moscú, Leningrado y varias ciudades italianas,
antes de retornar a París. Empieza a colaborar
para el diario El Comercio, como corresponsal
oficial, y continua colaborando con las revistas
Variedades y Mundial, labor periodística que será
forzosamente suspendida en 1930 a raíz
de la crisis mundial, cuando dichas revistas
desaparezcan, al igual que el suplemento
dominical del diario El Comercio donde se
publicaban sus artículos.
En 1930 viaja a Madrid a raíz de la publicación
de su poemario Trilce, que señaló el
descubrimiento de su poesía en España,
donde fue sometida a la crítica. Retorna a
París pero al poco tiempo es expulsado,
acusado de hacer propaganda comunista.
Junto con Georgette vuelve a Madrid. Allí es
testigo de la caída de la monarquía borbónica
y la proclamación de la Segunda República
Española (1931); se relaciona también con
grandes literatos españoles como Miguel de
Unamuno, Federico García Lorca, Rafael
Alberti, Gerardo Diego y José Bergamín.
Publica también su novela proletaria El
tungsteno, y su libro de crónicas y ensayos
Rusia en 1931, obra ésta que se convirtió
en un best seller.
En 1934 se casa por lo civil con Georgette.
Por entonces termina de escribir otra de
sus obras teatrales: Colacho Hermanos o
presidentes de América, sátira contra los
gobiernos latinoamericanos sumisos al
imperialismo yanqui, pero que ningún editor
se animó a publicar. También le rechazan otro
libro de ensayos que quiso dar a la prensa:
Contra el secreto profesional. Entre 1935
y 1936 escribe diversos cuentos, titulados:
“El niño del carrizo”, “Viaje alrededor del
porvenir”, “Los dos soras” y “El vencedor”,
bocetos narrativos que serían publicados
años después de su muerte.
En 1936, al estallar la Guerra Civil Española,
colabora con mucho fervor en la fundación
del “Comité Iberoamericano para la Defensa
de la República Española” y de su vocero, el
boletín Nueva España. Le acompaña en esa
labor Pablo Neruda. En diciembre de dicho
año viaja por unos días a España, pasando
por Barcelona y Madrid, preocupado por el
desarrollo de los acontecimientos. En julio
de 1937 vuelve por última vez a España
para asistir al “Congreso Internacional de
Escritores Antifascistas”. Visita Barcelona,
Valencia, Jaén y el frente en Madrid. De vuelta
a París, es elegido secretario de la sección
peruana de la “Asociación Internacional de
Escritores”. Entre septiembre y noviembre
de 1937 escribe sus últimas composiciones
líricas de Poemas humanos y España,
aparta de mí este cáliz; así como el drama
de tema incaico La piedra cansada.
A inicios de 1938 se encuentra trabajando en
París como profesor de Lengua y Literatura,
pero en marzo sufre de agotamiento físico.
El día 24 de marzo es internado por una
enfermedad desconocida (después se
supo que fue la reactivación de un antiguo
paludismo que sufrió de niño) y entra en
crisis el 7 y el 8 de abril. Fallece el 15 de
abril del ‘38, un viernes santo con llovizna en
París, pero no un jueves, como se cree que
vaticinó en un poema suyo (“Piedra negra
sobre una piedra blanca”). Se le realiza un
embalsamamiento. Su elogio fúnebre estuvo
a cargo del poeta francés Louis Aragon.
El 19 de abril sus restos son trasladados
a la Mansión de la Cultura y más tarde al
cementerio de Montrouge. El 3 de abril de
1970, Georgette Vallejo, cumple uno de
los sueños más caros del poeta y traslada
sus restos al cementerio de Montparnasse,
escribiendo en su epitafio:
He nevado tanto para que duermas

ESPAÑA, APARTA DE MÍ ESTE CÁLIZ

Niños del mundo,
si cae España —digo, es un decir—
si cae
del cielo abajo su antebrazo que asen,
en cabestro, dos láminas terrestres;
niños, ¡qué edad la de las sienes cóncavas!
¡qué temprano en el sol lo que os decía!
¡qué pronto en vuestro pecho el ruido anciano!
¡qué viejo vuestro 2 en el cuaderno!
¡Niños del mundo, está
la madre España con su vientre a cuestas;
está nuestra madre con sus férulas,
está madre y maestra,
cruz y madera, porque os dio la altura,
vértigo y división y suma, niños;
está con ella, padres procesales!
Si cae —digo, es un decir— si cae
España, de la tierra para abajo,
niños ¡cómo vais a cesar de crecer!
¡cómo va a castigar el año al mes!
¡cómo van a quedarse en diez los dientes,
en palote el diptongo, la medalla en llanto!
¡Cómo va el corderillo a continuar
atado por la pata al gran tintero!
¡Cómo vais a bajar las gradas del alfabeto
hasta la letra en que nació la pena!
Niños,
hijos de los guerreros, entre tanto,
bajad la voz que España está ahora mismo repartiendo
la energía entre el reino animal,
las florecillas, los cometas y los hombres.
¡Bajad la voz, que está
en su rigor, que es grande, sin saber
qué hacer, y está en su mano
la calavera, aquella de la trenza;
la calavera, aquella de la vida!
¡Bajad la voz, os digo;
bajad la voz, el canto de las sílabas, el llanto
de la materia y el rumor menos de las pirámides, y aun
el de las sienes que andan con dos piedras!
¡Bajad el aliento, y si
el antebrazo baja,
si las férulas suenan, si es la noche,
si el cielo cabe en dos limbos terrestres,
si hay ruido en el sonido de las puertas,
si tardo,
si no veis a nadie, si os asustan
los lápices sin punta, si la madre
España cae —digo, es un decir—,
salid, niños, del mundo; id a buscarla!...

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