jueves, 17 de febrero de 2011

Aporte de la musica cubana

  

Todos somos uno


El cantor y compositor Amaury Pérez, ha pedido más difusión de la
música cubana, a través de su programa de entrevistas Con dos que
se quieran. En las entrevistas realizadas a Adalberto Álvarez y a Juan
Formell, Amaury consideró que la música cubana debe tener más
espacios en los medios de difusión masiva de Cuba y en los bailes
nacionales.
Amaury le comentó al maestro Formell que en una ocasión estaba en
República Dominicana y por todos lados se oía el ritmo merengue.
En la última visita de Ana Belén a La Habana, ante la pregunta de si
ella era famosa en Brasil, después de la grabación de la balada Amigos
con el rey carioca Roberto Carlos, respondió:
“De eso nada, Brasil tiene muy buena música, lo
saben muy bien ellos y, por eso protegen tanto su
música contra lo extranjero. Por eso es muy difícil
que alguien se haga famoso allá, así como así”.
En los EE.UU. por una cuestión comercial, es
difícil poder traspasar sus fronteras. Los Beatles
vinieron a penetrar el mercado estadounidense
dos años después de su primera grabación el 5 de
octubre de 1962. El 1º. de febrero de 1964 logran
posesionarse en la cima del Countdown, luego del
fracaso de los discos anteriores. El 7 de febrero
llegan para una gira y el día 9 se presentan en el
Show de Ed Sullivan; todo eso cuando ya eran los
dueños de la popularidad mundial.
Sin embargo, hay que hacer un poco de historia:
Cuba es el primer país de América Latina en
estremecer a los rascacielos de Nueva York con
el son. En la década de 1920, los sextetos de son
fueron los más favorecidos en las grabaciones de
los estudios de Canden de Nueva Jersey.
En 1930 Cuba abre las puertas de la industria
musical de América Latina, sonando el primer
boom de la música latina con la grabación del son-pregón, El Manisero
de Moisés Simons, grabado con la voz de Antonio Machín y la orquesta
de Justo Don Azpiazu. A partir de entonces comienza la apertura
comercial o industrial de la música latina en EE.UU.
Ya sabemos que la conga y la rumba comenzaron a sofocar a los
estadounidenses y latinos a partir de la década de 1930, con los astros:
Desy Arnaz, Xavier Cugat, Miguelito Valdés, Panchito Riset y los Grenet.
En la década de 1950 en los EE.UU. dominaron el mambo y el cha cha
chá. La década de 1960 fue signada por la pachanga de Cuba.
En Europa, desde la década de 1920, según datos de Alejo Carpentier
durante su estancia en París, los ritmos cubanos se consagran en los
rutilantes cabaret franceses, donde cualquiera no triunfaba. El tango
y el jazz eran desalojados de los salones del Music Hall y los café
concert de la Rue Fontaine, Melodías, Cabaña Bambú, Peroquet, Boíte
á Matelots, Maítre D´ Hotel Bar Faubourg, Salle Wagram y Empire, a
orillas del Sena.
Desde 1929, España es estremecida, por el Septeto Nacional con
Ignacio Piñeiro al frente, en su visita a la Exposición Iberoamericana
de Sevilla. Los españoles quedaban estupefactos al encontrarse por
primera vez con aquella batería de percusión típica sonera.
En la década de 1930 la Orquesta Lecuona Cubans Boys triunfa en
Europa, después se lanzan a la aventura de
conquistar países del Oriente. Hasta China
llegan los ecos del Cha cha chá, en la década
de 1950.
Ya hace más de medio siglo se celebra el
Certamen Internacional de Habaneras y Polifonía
de Torrevieja, España
Cuba alimentó con su música a los ritmos del tango, la samba, el merengue,
la danza colombiana y mexicana, los mariachis, el jazz y a casi todo el
continente americano.
Adolfo González, profesor de Humanidades en la Universidad del Norte
de Barranquilla, Colombia, publicó que “Cuba, es la fuente nutricia de
sabiduría musical para el continente latinoamericano. En Colombia existe
el Club de la Sonora Matancera, dirigido por Héctor Ramírez Bedoya, allá
se considera a esa agrupación como la mejor de América. Los cantantes
que pasaron por esa Sonora son considerados verdaderos ídolos.
Los coleccionistas de discos de pasta negra de la música cubana se
cuentan por cientos en toda América. Las victrolas siguen sonando cada un
minuto las músicas de fundación de los ritmos cubanos, La cancionística de
latinoamericana está signada por el soberano bolero, la crónica sentimental,
la tragedia griega latina de nosotros.
México siente como suyo el danzón y el bolero, con Cuba han creado una
especie de “vasos comunicantes de la música”.
Existen miles y miles de hit de la música cubana en todo el siglo XX,
grabaciones que se han difundido hasta la saciedad por todo el mundo.
Esas grabaciones fueron hechas por verdaderos ídolos de multitudes:
Benny Moré, Barbarito Diez, Miguelito Valdés, Abelardo Barroso, Miguelito
Cuní, Celina González, Merceditas Valdés, Celia Cruz, Lázaro Ross,
Celeste Mendoza, Tito Gómez, Bienvenido Granda, Xiomara Alfaro,
Rolando Laserie, Fernando Álvarez, Pacho Alonso, Roberto Faz, Paulina
Álvarez, Ñico Membiela, Orlando Contreras, Lino Borges, José Tejedor y
Blanca Rosa Gil.
¿Por qué no difundimos ese caudal de la música cubana, el tesoro tímbrico,
la reserva sonora más fenomenal que haya existido en estos pueblos
latinos?
En el final del Milenio, Cuba colocó dos explosiones musicales que
dominaron Europa y medio mundo: El Boom de la salsa y la timba y,
posteriormente el renacimiento del son y la trova tradicional con el proyecto
Buena Vista Social Club. El fin de siglo XX terminó a golpe de son con la
figura de Compay Segundo y sus compañeros de batería.
Como decía aquel periodista del Noticiero Nacional de Televisión: “Los
invito a reflexionar”.

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