domingo, 12 de septiembre de 2010

Todos vuelven




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Vivencias de una inmigrante...

Volver a la tierra, al barrio, a tu ciudad; transitar sus calles y ver a la familia y a los amigos; y degustar la comida “in situ”, es una experiencia inolvidable. Salir del país que nos acoge y al que hemos escogido como nuestra nueva casa es también otra experiencia sin igual. Pero esta no es muy grata si uno se da cuenta que no lleva consigo el preciado “green card” que le permitirá el reingreso a los Estados Unidos.
Esto le sucedió a su servidora, quien con la familia enrumbó desde Bonita Springs, ubicada en el suroeste de la Florida, hasta el aeropuerto de Miami. Recién allí me percaté que no tenía a la mano el “green card” y el de mi hija. Busqué por todos lado, nada. El único lugar posible donde podía haberlos dejado era en casa. Ya nada se podía hacer, ya que regresar implicaría 5 horas en la autopista.
Como decimos los peruanos cuando hay que seguir, “Caballero!”. Emprendimos vuelo a Lima, Perú. Yo estaba casi en shock. Para mi esposo norteamericano no significaba ningún problema, porque supuestamente mi información y el de mi hija estaban en la computadora; y me tenían que dejar pasar. Pero no era así de fácil, pues “papelito manda”.
Reencuentro con la promo
Hice a un lado la preocupación y me aboqué a cumplir mi programa de viaje. Ver a mi hermana, quien radica en Chile, y a quien no veía hacía 12 años fue la primera grata impresión al pisar suelo peruano; así como reencontrarme con una amiga de la secundaria quien vino de Francia; y por supuesto mi familia que vive en Lima.
Un evento importante en la agenda era la reunión con los amigos y ex compañeros de Comunicación de la Universidad Nacional Mayor San Marcos, la decana de América, donde ilustres personajes del quehacer político, económico y de las artes, dejaron huella imperecedera.
Fue muy emotivo el reencuentro en la capilla de los padres Dominicos, cercana al campus estudiantil; mucho más porque durante la misa se honró a los compañeros de clase que nos dejaron y pasaron a mejor vida.
Terminada la misa nos dirigimos a nuestra alma máter, que lucía inmesa con cientos de estudiantes que iban y venía por sus aceras y pabellones; se leían también pancartas dando a conocer sus ideas sobre recientes elecciones u otra preocupación de índole social. De hecho, esa siempre ha sido la característica del sanmarquino.
Después de una breve estancia en el recinto universitario, nos trasladamos a un excelente restaurante, nuevo para mí, donde degustamos la más variada y exquisita comida peruana. Papa a la huancaína, tamalitos verdes, lomo saltado, seco de cordero, y una gama de deliciosos postres limeños, entre otros manjares de la culinaria peruana que hoy en día ocupa un lugar importante en el mundo entero. Comimos y bailamos; y algunos hasta cantamos en el momento de “talentos”. Fue un momento que quedará para la historia.
Lima bulliciosa y alegre
Cada vez que voy a Lima, capital del Perú, la encuentro más bulliciosa y alegre. Gente por todos lados, buses repletos en horas punta, o peatones que se cruzan en las veredas. En los suburbios, es fácil encontrar las “mototaxis” o “taxi-cholos”, que te trasladan a lugares cercanos de la zona, por menos de un dólar. Mi esposo, el “gringo Williams” como le llama un compatriota y amigo, se fue acostumbrando al ritmo dinámico y coloquial del quehacer diario. Era de su agrado caminar unas cuadras para ir a hacer las compras al mercado. Yo me quedaba con miedo de que quizás sería difícil para él regresar a casa, por el mínimo español que practicaba, pero eso le ayudó muchísimo. Llegaba a la puerta de la casa con la mototaxi trayendo el mandado para la “peruanisimo” almuerzo familiar. Toda una proeza para él.
Llegamos a embarcarnos en un bote artesanal donde los pescadores de la zona en el muelle de Chorrillos - a unas 7 millas del centro de la capital, cobraban por persona un dólar y medio por el “ride” o paseo en el mar, que ese día estuvo algo movido. Era la celebración por el día de San Pedro, en que miles de personas se dieron cita en el malecón para ver el desfile de escoltas de las diversas escuelas e instituciones de la zona, asi como ver la procesión del santo llevado junto con la imagen de la Virgen María a navegar por las aguas. Llamó la atención a mi esposo la cantidad de vivanderas y hasta dos vistosas llamas que nos miraban con sus grandes y hermosos ojos.
El paseo al centro histórico de Lima era básico en la agenda. Allí está la Plaza de Armas, donde se encuentran el Palacio de Gobierno, la Catedral, la Municipalidad y a unos pasos la Alameda Chabuca Granda. En los últimos años se han hecho muchas remodelaciones y el turismo y la gastronomía están hoy en día en todo su apogeo.
Trámites para reingresar a los Estados Unidos
Para resolver mi problema de los papeles tuve que visitar dos veces la embajada americana en Lima, además de cambiar fechas para mi viaje de retorno; entre otros pormenores.
Aquí les doy a conocer los pasos a seguir para poder reingresar a los Estados Unidos, en caso de robo o pérdida de la tarjeta de residente:
- Acudir a la Embajada Americana, Departamento de Seguridad Nacional (Department of Homeland Security).
- Solicitar una Carta de Transporte, que le permitirá tomar el avión llegar hasta el puerto de entrada del país.
- 2 fotos tamaño pasaporte.
- Llenar un formulario donde dará cuenta el hecho. En caso de robo adjuntar denuncia policial.
- Tenga presente que el trámite demora 8 días.
- Es potestad de los oficiales de Inmigración el reingreso al país así como el pago de alguna penalidad, lo cual está especificado en la carta, con la cual no se asegura el reingreso.
- Posteriormente, tramitar una nueva tarjeta de residente.
Ya estamos en casa. Ahora vuelta a la rutina, a estudiar y trabajar; y seguir preparándose para enfrentar nuevos retos en este pais. Es renovador viajar al lugar que nos vió nacer; cuantas emociones juntas. No hay nada como volver a pisar tu suelo.

AUTOR : Gladys Krause
FUENTE : PAGINA 14 EDICION IMPRESA, SETIEMBRE 2010

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